Los Picos

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Vista de los Picos

sábado, 10 de junio de 2017

   HUESA: AUNQUE NO HAYA NACIDO ALLÍ

  Huesa es un pueblo de la provincia de Jaén,  situado en el sureste de la provincia. Su población no llega a los 3.000 habitantes. El fenómeno  migratorio del pueblo es tan fuerte desde los años 60 que puede decirse que una parte importante de los hueseños vive o ha vivido fuera del pueblo en algún momento de su vida. Algunos estuvieron fuera cortos periodos de tiempo, durante campañas agrícolas o en empleos relacionados con el sector servicios. Otros marcharon y nunca volvieron.
    
(Foto reciente al pie de la baranda y su pomo; a la izquierda, foto antigua de la Virgen de Tíscar. Estas son algunas de las no pocas cosas que quedan de la casa de mis abuelos maternos)

   Mis padres y mis abuelos y todos mis tíos nacieron y vivieron en Huesa. Yo no. Poco después de casarse, mis padres emigraron. Yo ya nací en Málaga, que es el lugar donde he vivido 3/4 de mi vida. He vivido pequeños períodos en otros lugares que no voy a enumerar, porque tampoco tienen mayor importancia. Lo realmente importante aquí es tratar de explicar, en primer lugar a mí mismo, por qué siento que pertenezco a un lugar en el que no nací y en el que no fui al colegio y en el que nunca he vivido de manera  permanente.

  El otro día hice un cálculo del tiempo que más o menos he pasado en Huesa. Es verdad que en mis casi 50 años de vida no he faltado casi ningún año a pasar allí alguna temporada. De niño y en algunos momentos de la adolescencia pasaba varios meses al año, repartidos (normalmente aunque no siempre) entre los periodos vacacionales escolares. Posteriormente han sido periodos más cortos de semanas o incluso días, repartidos en visitas puntuales en diversos momentos del año. Conté por encima estos periodos y resultó que el porcentaje de tiempo que yo he pasado en Huesa es en torno al 7 u 8 por ciento de mi vida.
   En principio, cabe pensar que es un porcentaje pequeño de una vida como para afirmar que "uno se siente de allí..."


(Mis padres el día de su boda en Huesa, en enero de 1965)

  El caso es que a mí nunca me ha cabido duda. Y así, por ejemplo, cuando mi familia y yo vivimos varios años en Cataluña alrededor de 1970, nosotros éramos "gente de Huesa que vivía en Cataluña"(por otra parte, como tantísimos otros). No hubo tiempo para echar raíces. Cuando la familia se volvió a instalar en Málaga, nosotros éramos "gentes de Huesa que vivían en Málaga...".Y aquí sí hubo tiempo para "echar raíces", porque ya dije antes que he vivido aquí  3/4 partes de mi vida...pero las raíces no se echaron. Málaga es una ciudad maravillosa que nos acogió muy bien. Pero mi familia y yo seguimos siendo "gentes de Huesa que vive en Málaga...".

  Y así, antes y ahora, seguimos comiendo las comidas típicas del pueblo, y cuando conversamos es muy probable que se hable de asuntos del pueblo. Y siempre hemos mantenido contacto con otros hueseños que vivían o viven en Málaga. Y aunque hemos perdido en gran parte el acento, hay algunas palabras que seguimos usando y que sólo alguien del pueblo puede decir (se me viene a la cabeza ahora mismo la palabra "esturrear...". Los que sean de allí la entenderán). Así es como lo sentimos.


(Mi madre en la calle Real, hacia 1963)

  Y es que, como todo en la vida, el sentimiento puede más que cualquier elemento de hecho. Es evidente que la infancia y la primera adolescencia juegan un papel fundamental a la hora de forjar un vínculo emocional con gentes y con lugares. Pero claro, incluso así, podrían haberse forjado vínculos emocionales con otros lugares en los que pasé bastante tiempo,  más tiempo que en Huesa... Pero no fue así.
  Nunca había dado importancia a esto y nunca me había hecho estas preguntas. Soy además una persona que se encuentra siempre bien en cualquier lugar donde vaya y poco amigo de banderas y fronteras. Para mí, mi casa es el mundo. Y la razón siempre la pongo  por delante de la emoción. Pero hay cosas que se sienten. Y son sentimientos legítimos. Y bonitos.

   Fue hace 4 o 5 años cuando me di cuenta de estas cosas y comencé a preguntarme por ellas. En efecto, fui al pueblo a pasar varios días con motivo de la festividad de San Silvestre, que es el patrón del pueblo y que se celebra el día 31 de diciembre. Aquellos días fueron intensos y deliciosos. Y es que desde 1990 mi relación con Huesa se había minimizado. En esa fecha me fui de casa, me casé e inicié una vida muy distinta en muchos aspectos que no viene al caso relatar aquí. Mis visitas al pueblo, desde ese año, eran escasas. Una o dos veces al año pero con estancias de muy pocos días. Dejé casi de ver a los amigos que tenía. Muchos de mis conocidos y familiares habían emigrado. Otros, desgraciadamente, ya no estaban entre nosotros. La vida pasaba... Pero ese año, en San Silvestre, recuperé gran parte de la "magia" y de las sensaciones que sentía cuando era un niño e iba al pueblo. Volví a encontrarme con un montón de gente, familiares y amigos a los que hacía tiempo que no veía. Hubo charlas, risas, recuerdos... Y un montón de gestos y de detalles que me hicieron sentir que aquel era mi pueblo. Han pasado varios años desde entonces. En estos 2 últimos años he aumentado mis visitas a Huesa. Incluso he hecho nuevos amigos. A través de internet mantengo contacto con bastantes personas y siempre estoy al tanto de la actualidad de la vida en el pueblo.


(Mis abuelos paternos, Juan Ramón Y Antonia. Sentada a la izquierda, Tía Florentina, hermana de Juan Ramón. Foto tomada hacia 1975 en el patio de su casa de Huesa)

   Hace unos meses volví a preguntarme qué es lo que me vincula al pueblo. La respuesta fue que son las sensaciones, los recuerdos, incluso los "olores" que quedaron grabados de manera imborrable en mi mente. Emociones derivadas de experiencias vividas en la infancia y la adolescencia en pequeños periodos de estancia, cierto. Pero a lo largo de muchos años.

   La casa de mis padres en Huesa está en el mismo sitio que la de mis abuelos maternos, en la llamada Calle Real del pueblo. Es verdad que puntualmente he pasado algunos días o algún periodo en alguna otra casa del pueblo. Pero casi siempre  ha sido allí donde he residido los días que he pasado en Huesa. Cuando abro la puerta de la calle, la vista de  la Calle Real que se abre a mis ojos es la misma que he tenido en pequeños periodos, pero durante casi 50 años. Muchos años como para que no se forje un sentimiento sobre esa imagen de esa calle. Y sobre otras muchísimas calles y lugares del pueblo y sus alrededores.

   Hace unos días decidí abrir este blog. Como otros blogs que he abierto, el objetivo principal es escribir sobre temas que me gustan. Por el puro placer de escribir. Porque me gusta escribir. Sin más. Pero al publicarlos en internet, sé que, al menos potencialmente, quedan abiertos a que cualquier persona pueda leerlos si así lo desea. Se pierde la intimidad que tiene un diario personal; pero, por otro lado, se comparten ideas y sentimientos con mucha gente. Creo que esto es preferible antes que la privacidad. Creo que es bonito que quede constancia de que hemos estado en este mundo. Alguna de nuestras ideas puede servir a alguien alguna vez. Y para eso, Facebook, internet y las nuevas tecnologías en general son un instrumento maravilloso. Alguna gente lee algunas veces mis artículos. A veces gustan y a veces no. Siempre escribo con respeto. Y así seguirá siendo.


(Pared lateral de la actual cochera de la casa, de donde siguen colgando utensilios usados todos en tiempos de mis abuelos: varas de aceituna, espuertas, escoba, etc)

   No sé cuantos artículos añadiré a este. Depende de muchas cosas que yo ahora mismo no puedo controlar: tiempo, ganas, recuerdos que puedan ir viniendo... Trataré de contar recuerdos y detalles que expliquen, en primer lugar a mí mismo, mi vinculación con Huesa. No mencionaré nunca a nadie por su nombre. Ni a amigos, ni a familiares ni a conocidos. Como mucho diré "mi madre" o "mi hermana" o "un primo" o "un vecino" o "un amigo"... Pero no daré nombres. No quiero que nadie se sienta molesto. Es cierto que no voy a contar nada feo . Pero muy probablemente la gente no querrá verse mencionada en las historias que yo pueda contar. Sí daré fechas, nombres de calles, nombres de lugares, descripciones de hechos, etc. Como excepción casi obligatoria, aparecerán nombres de personas pero porque están vinculados de manera necesaria a locales comerciales, bares y lugares del pueblo que sólo podrían reconocerse mencionando al "dueño" o a la persona que le da nombre. Así, por ejemplo, si cuento algo que pasó en la Fuente del Popi, podré decir cuándo pasó y qué fue lo que  pasó, si estaba o no con alguien... Pero no mencionaré nunca la persona con la que estaba. Ni tampoco diré nada del Popi. Pero, para dar cierta consistencia a mis relatos, sobre todo si alguien del pueblo alguna vez los lee, creo que es conveniente decir que tal o cual cosa sucedió en la fuente del Popi.

Un saludo.

domingo, 30 de agosto de 2015

   DE CÓMO EL PASO DEL TIEMPO NO BORRA CIERTAS COSAS

  Hasta ahora he escrito 4 artículos en este blog. En ellos he resumido la historia de mi relación con Huesa. Pensé en un principio que me saldrían un par de artículos más para recoger esa trayectoria. Pero 4, bien condensados y recogiendo lo más esencial, han sido suficientes. Pero falta algo. Falta que ponga algunos detalles y anécdotas que "certifiquen" mi vinculación con el pueblo, con su pasado y con su presente.

  Ya mencioné la posibilidad de dedicar un artículo a palabras, expresiones, costumbres y situaciones de la vida cotidianas  muy propias de Huesa (algo así como un "No eres de Huesa si no..."). Y de dedicar otro a establecer una especie de "relación necesaria" entre lo que viví hace 40 años y lo que puedo vivir en alguna de mis visitas recientes al pueblo (algo así como " gracias a que viví aquello hace mucho tiempo, ahora he vivido esto"). después de recapacitar un poco, creo que ambos pueden ir juntos. A ver qué tal queda.


(En la actual casa familiar de la calle Real sigue habiendo utensilios y recuerdos de hace más de 50 años: cantarera, lebrillos, sillas, etc)

    Ya expliqué al principio de esta serie de artículos que no era mi intención hacer un relato exhaustivo y detallado de hechos y experiencias. Eso lo dejo para mis recuerdos. Simplemente trato de explicar mi unión emocional con el pueblo, pese a que el tiempo efectivo pasado allí es proporcionalmente escaso en el cómputo global de mi vida. Y, en efecto, en todos los  artículos, he recogido lo más esencial: líneas generales junto con alguna anécdota importante. Téngase en cuenta que, al comprometerme a no dar nombres, estoy muy, muy limitado. Pero no importa. Porque no era necesario  entrar al detalle y porque creo que el objetivo lo he cumplido.

   He pensado que la mejor forma de escribir este artículo es dividiendo el relato en dos momentos  históricos distintos. Uno en 1975 (con mención a algún detalle de 1976)  y otro en este 2015. ¿Por qué 1975-76? Bien es cierto que podía haber sido también antes o después a lo largo de la década de los 70. O incluso en algún momento de los 80, sobre todo en su segunda mitad, donde hubo mucha frecuencia e intensidad en las relaciones con el pueblo. Pero quizá es en 1975-76 cuando yo, siendo niño, no tenía ninguna duda de que aquel era mi pueblo. Conocí e hice mío todo lo de Huesa: amigos, familiares, vecinos, calles, campos, costumbres, palabras, etc, etc. Y ya quedó impreso para siempre. Mucho más cuando en años posteriores siguió aumentándose el bagaje de hechos y experiencias  "hueseñas". Dicho esto, procedo  redactar el texto de hoy.
    
(Con varios amigos del grupo de "ochenteros" a la puerta de uno de los pubs del pueblo)

Junio de 1975.

   Como cada mes de junio, mi madre, mi hermana y yo llegamos al pueblo en autobús. Yo tengo 9 años de edad, aunque pronto cumpliré 10. Mi hermana es 3 años menor que yo. En el autobús que nos trae desde Jaén hasta Huesa, un primo hermano de mi madre nos reconoce (recuerdo sus palabras:"¡hombre, prima...!") y empieza a hablar con nosotros. Todavía recuerdo la charla. Él era (y es) muy dicharachero y no faltaron bromas, canciones, menciones a gentes y hechos del pueblo.

  Llegamos a Huesa. En ese momento, todos mis abuelos  aún viven y mantengo con ellos bastante relación. Después de los saludos de rigor, salgo a la calle y juego con los niños del pueblo. En la pista y en el jardín, en la calle de la escuelas, en las Marraneras, en el Llano... Y detrás de la iglesia . E incluso en las "casas nuevas". Los días están llenos de actividad. Voy a la Vega de la Higuera. Y al "Rincón". Y "huelo" y vivo todo lo que tiene que ver con la actividad agrícola del pueblo. Veo  las bestias de carga ir y venir. Y escucho a mis abuelos hablar siempre de la tierra. Y recojo almendras. Y en invierno aceitunas. Y, aunque nunca fui a coger alcaparrones, sé perfectamente cuál es su planta. Porque medio pueblo iba a diario a recogerlos para ganarse el sustento.


(Haciendo cola para recoger mi "torta de San Marcos" en 2015)

   Me es fácil darme cuenta de que en Huesa usan palabras distintas  a las que he oído y oigo en mi lugar habitual de residencia (normalmente Málaga). Por no hablar de la entonación en la frases, tan característica  y difícil (o mejor dicho, imposible) de reproducir en un escrito como este. En efecto, en Huesa hay preferencia por ciertas palabras. Y, así, se dice "pitote" (por botijo); "esturrear"(por esparcir); "zagal/a" (por niño/a); "panocha" (por mazorca); "zahúrda" (por pocilga); "zafa" (por palangana); "faca" (por cuchillo grande)...

  Y se comen migas, y gachas, y talarines y maimones y gazpacho (normalmente para acompañar las migas, y con ingredientes muy distintos al gazpacho de otros lugares). Y en la matanza , junto a la morcilla y al chorizo, se hace una cosa que se llama "relleno" y que nunca he visto en ningún otro sitio. (Al parecer es algo propio de algunas zonas de España, incluida la provincia de Jaén. Después de investigar, he visto que en otras partes le llaman "morcilla blanca". Para mí es y será "relleno").

  Y son muy propias del lugar (y, por supuesto, de sus alrededores) expresiones del tipo "tú veráh" "ea", "te va' a comer un jano",etc. Y deformaciones fonéticas del tipo "trempano"(por temprano), "ande"( por dónde), "cualo/a" (por cuál), "otavía" (por todavía). Por no hablar del siempre presente "cuche".

  (Dejo de lado muchas palabras que son en realidad propias de cualquier zona agrícola y que, aunque yo las relacionaba con Huesa, en realidad están extendidas por casi todo el territorio de habla  castellana: Cebero, trébedes, espuerta, acequia, compuerta, caz, albarda, capacho, costal, orujo, etc, etc ).

  Y voy a los bares a recoger las chapas de las bebidas  y a jugar a los futbolines y a escuchar la música de los "jukebox" (máquinas de poner discos). Está de moda "el Bimbó" de Georgie Dann; y el año siguiente, "Europa" de Santana... Y otras muchas que harían la lista  muy larga, pero que no recogeré porque no es ese el objetivo de estos artículos.

  Y voy a misa, y me corto el pelo en las barberías del pueblo, y compro el pan, y voy a por la bombona del gas (aquellas pequeñitas de color azul). Y corro y me lo pateo todo y juego y huelo y siento...Y llega el 8 de septiembre. Y voy  con varios de mis tíos y muchos primos  a Tíscar a la romería. Y después empieza la feria de Huesa, que dura hasta el día 11. Y veo cómo la gente va saliendo en autobuses para la vendimia en Francia. Eso, igual que cada año, significaba que pronto acabaría el verano y que debía volver a mi lugar de residencia  habitual.

Agosto de 2015.

  Decido ir al pueblo a pasar unos días. Estuve en abril para San Marcos.  Pero hace tiempo que no voy a la feria y quiero ir. Además, hemos quedado para vernos  un grupo de amigos que nos relacionamos por internet y que, en general, viven fuera de Huesa. Al subir en Úbeda en el autobús que lleva a Huesa, una señora mayor me dice: "¿Tú no eres el hijo de la Poli?". Sí, ya me han reconocido. Incluso me da detalles de unos tíos míos a los que ha visto hace un rato en Úbeda. El autobús es en realidad un minibús para unas 15 plazas. Se escuchan conversaciones sobre el incendio reciente que ha asolado la comarca, sobre la vendimia, sobre Collejares, sobre los "quesaeños", etc. Está claro que ya estoy cerca de Huesa.

  Llego a Huesa. En la plaza y en calle Real veo a los primeros conocidos. Cruzamos  sencillos saludos.  La estanquera (con la que yo jugaba cuando era niño) también me saluda. Por supuesto, por mi nombre. Algunos  vecinos también me ven. Más saludos. Parece  que el tiempo no ha pasado...

  Por la tarde voy al polideportivo. Hay partido. Saludo a más gente. Incluido al alcalde del pueblo, viejo amigo de mi familia. Y después del partido me dirijo a la pista, donde hay previsto un espectáculo de magia. Y por el camino tropiezo, saludo y abrazo a un montón de gente (calculo que a unas 20 personas). Incluso paro un momento a visitar a una prima, cuya hija vi en el polideportivo minutos antes. No me lo puedo creer. ¿Cómo puedo conocer a tanta gente? Además, todos me llaman por mi nombre. ¿Hay algo más bonito que esto?


(Con Ángel Padilla, alcalde del pueblo, en el Cerro de San Marcos. Nuestras familias se conocen desde hace varias generaciones)

   Mi hermana llega al día siguiente. Seguimos con salidas, visitas, etc. Lugares, bares y locales a los que ya íbamos hacia 30 o 40 años. Salimos con viejos amigos . Pero también con otros que hemos  hecho recientemente. En la "Pista" saludo a otras 7 u 8 personas. Y al día siguiente voy a misa y conozco, al menos de vista,  a la mitad de los feligreses (sobre todo a los de mayor edad). Y sale la procesión y es un vecino y conocido el que tira los "cohetes".... La conclusión es que no me siento extraño en el pueblo. Ni mucho menos. Pero aún hay más.

  Durante esos días hago varias gestiones en relación a las tierras de mis padres. Voy a una gestoría. Y a otra . Y a otra. Conozco, al menos de vista (pero a algunos también personalmente) a todas las personas con las que hablo. Y voy al Ayuntamiento varias veces para seguir con las gestiones. Y conozco a la mitad de los funcionarios. Y acompaño al colono a una gestión en la calle Guadiana. Y al día siguiente voy a la cooperativa... y también conozco al encargado. Y vamos a lavar el coche y el dueño del negocio es también  un viejo amigo con el que charlamos durante un buen rato e incluso no nos permite pagar el servicio. Y vamos a un bar a tomar algo y la camarera nos saluda efusivamente  y afirma que se alegra mucho de vernos porque "nos hemos  criado juntos". Y todos me llaman por mi nombre. Y a mi hermana igual. Increíble...


(Cuando se llega a Huesa por carretera, lo primero que se suele ver es "El Caballo", que es parte de las estribaciones de la Sierra de Cazorla)

  ¿Cómo es posible esto? Es cierto que  desde 1990 mi contacto con el pueblo ha sido escaso (apenas 1 o 2 visitas al año, con duración de muy pocos días). Y también es cierto que (salvo algunas excepciones) no conozco a casi ninguno de los chicos jóvenes y niños del pueblo. La respuesta es sencilla: en los 70 y en los 80 la relación con Huesa fue tan, tan grande, que 25 años después, siguen vivos muchos lazos. Muchos más de los que yo pensaba. Y es para mí motivo de gran alegría. Porque cada vez que llego al pueblo, paso por la fuente del "Popi", cruzo la plaza  y subo por la calle Real, siempre tengo la sensación de que he llegado al sitio de donde yo soy. Aunque yo no haya nacido allí y haya pasado casi toda la vida fuera. Pero lo siento así. De otra manera no se puede explicar lo que he vivido en esta visita de agosto de 2015. Que, por otra parte, es muy parecido a lo que he vivido en muchas de mis recientes visitas a Huesa.

  Bueno, en principio, creo que ya he explicado por qué siento esta vinculación tan grande con Huesa. Creo que estos 5 artículos han sido suficientes. No obstante, no descarto la posibilidad de escribir algún artículo más. Incluso creo que es probable, porque se me han quedado muchas, muchas  ideas en el tintero. Cuando esas ideas adquieran una forma adecuada para ser pasadas a un texto, puede que me anime a escribir algo más. 

  Y deseo añadir algo más: hace ya algún tiempo que di instrucciones para que en su momento mis cenizas sean esparcidas al pie de algún olivo de los que rodean al pueblo.

Un saludo a todos.


jueves, 20 de agosto de 2015

DE FINALES DE LOS 70 HASTA 1990: EL VÍNCULO DE CONSOLIDA

  Acabo de volver de pasar unos días en Huesa. Una vez más, y como ya viene siendo habitual, he disfrutado un aluvión de sensaciones positivas. Pero quizá otro día lo comentaré en otro artículo. Hoy prefiero seguir contando un poco mi relación con el pueblo donde lo dejé en mi anterior artículo. Es decir, a mediados de los 70.
  (El texto que sigue va a tener algo de "telegráfico", recogiendo muchos detalles de la evolución general del pueblo. Lo que quiero hacer ver al recoger estos hechos es que yo los he conocido y los he vivido. Nadie ha tenido que contármelos).

  En efecto, yo, junto con mi familia, seguíamos yendo al pueblo con frecuencia y regularidad. Y yo seguía acumulando experiencias y sensaciones. Comencé a participar, aunque fuera sólo un poco, en actividades agrícolas diversas. Con mis abuelos, con algún tío o con mis padres. Desde regar los plantones hasta coger aceituna. Desde coger almendras en verano hasta quemar las ramas después de la "limpia" anual.(En aquellos años el podador usaba normalmente el hacha. ¡Qué trabajo más duro!)


(En una foto reciente en el mirador de la Vega de la Higuera)

   Quizá en lo que más participé fue en la recogida de la aceituna. Creo que empecé en la navidad de 1976, y fui por última vez en 1990. Si no recuerdo mal, en todos los años intermedios entre esas dos fechas, no falté a ninguna "cita" con la aceituna. Bien es cierto que, en general,  eran "campañas" de apenas 7 u 8 días. Pero hubo varios años en que se extendieron hasta 3 o 4 semanas, sobre todo en la segunda parte de los años 80.

  Lo que vengo a decir con todo esto es que yo, por supuesto, era un niño de ciudad. De eso no cabía duda. No podía compararme con los chicos del pueblo que solían dedicar todo el año a ayudar a sus  padres en el campo. Pero también era cierto que la gran mayoría de la tareas agrícolas  no me eran extrañas. Aunque fuera en pequeña medida, sabía lo que eran y nadie tenía que explicarme lo que era una azada y cómo se manejaba; ni tampoco tenían que explicarme qué era un celemín o  una cuerda de tierra; y yo sabía perfectamente lo que era una compuerta, una acequia,  una criba, un mantón, etc, etc. Y en qué momento del año se "limpiaban" las olivas. Y cómo se descargaban los sacos de aceituna en la cooperativa. Esto último lo hice muchas veces (me atrevería a decir que más  de 100 veces; mucho para un niño de ciudad), sobre todo conforme iba teniendo más  edad.

  Dejando a un lado el tema del campo y sus labores, y yendo a otros  aspectos de la vida, mi participación en la vida social del pueblo abarcaba una gran variedad de hechos. Así, era habitual que asistiese a bodas de familiares, que fuese a misa los domingos que estaba allí, que estuviese presente en las ferias de septiembre, que jugara con amigos en un montón de sitios (desde la pista y el jardín hasta las "marraneras", desde el "llano" hasta la calle de "las escuelas",  hoy calle Alcalde Linares). Y que incluso ayudara, junto con un primo, en el taller que "el Soria" tenía junto a la antigua cooperativa. ¡Qué recuerdos más bonitos son todos estos!

  A finales de los 70 se fueron abriendo  las discotecas (la "Ágata" y muy poco después la Venus 2002"). Previamente a eso, yo llegué a conocer la mítica "cámara del Costillas" y la "discoteca" que Esteban puso en la planta de arriba de su bar. La lista de canciones que escuché en todos estos locales sería larguísima y constituye la banda sonora de mi unión sentimental  con el pueblo.


(Con mi hermana y unos amigos en el Pub de Candilejas, a finales de los años 80)

   Hacia 1980 se va notando que cada vez hay menos bestias de carga y más vehículos de motor. Las familias pasan cada vez menos tiempo en la vegas y tienden a vivir en el pueblo. La emigración a otras zonas de España e incluso al extranjero  es constante. A veces  para temporadas agrícolas. A veces durante años. En algunos casos, son personas que ya no vuelven nunca a vivir en el pueblo.

   A principios de los 80 se empiezan a construir casas en el "Llano". Será un proceso que durará 20 años  y que cambiará por completo la fisonomía del pueblo. Por otro lado, se asfaltan o se cementan algunas calles, pero se conserva el adoquinado en otras muchas. La pista y el jardín son modificadas varias veces y su aspecto cambia casi constantemente. Pese a todo, en mi mente siempre quedará el recuerdo del aspecto de mediados de los 70, que es el que aparece en la magnífica foto en blanco y negro que he colocado en la cabecera de mi blog.

  Hacia 1982  se abre el pub de la calle "Guadiana". Y en 1983 el pub del "Toso". Poco después el "Pady". Todo esto se añadía a las discotecas que ya existían y eran novedades importantes en los lugares de entretenimiento de la juventud. Los de mi generación recordarán todo esto.


(Simpática foto reciente con mi madre y mi hermana Poli en el patio de la casa familar)

  En general, entre 1980 y 1985 disminuye el tiempo  que paso en Huesa. No obstante, desde luego, y como mínimo, se incluyen 3 visitas al año y un mínimo de 6 a 7 semanas anuales. Es decir , suficiente para no perder el contacto con un lugar que yo ya llevaba en mi ADN. Además , hubo  excepciones y, por ejemplo, 1984 fue  un año de mucha estancia en el pueblo. En particular, recuerdo que mi verano de ese año en Huesa estuvo lleno de vivencias propias de los 70.

   Por supuesto, hubo épocas en que no me apetecía ir a Huesa porque, por múltiples razones, muchas veces hubiera preferido quedarme en Málaga. Igual que en otras épocas, deseaba fervientemente ir al pueblo. Esto nos ha pasado a todos. Las circunstancias de la vida cambian con frecuencia y lo que antes nos encantaba después puede llegar a no gustarnos. Por otra parte, en general, y salvo pocas excepciones, yo no podía elegir si ir o no ir. Así que tenía que obedecer y punto. Lo bueno que tiene eso es que no tenía que tomar decisiones en el tema de si ir o no ir al pueblo. Hay que ver las cosas por el lado bueno.


(Mi hermana Toñi con su bicicleta en la calle Real de Huesa en 1984)

   Desde 1986 y hasta la primavera de 1990 se recupera la frecuencia y la intensidad del contacto con el pueblo. Mis padres se están construyendo la casa que será definitiva y se traban lazos de amistad  con nuevos grupos de amigos, que sustituyen a los de la infancia. Y es que muchos amigos de la infancia han emigrado fuera del pueblo y no vienen casi nunca. Aparte de que  es normal que se vayan cambiando las preferencias con el paso del tiempo sobre las compañías que cada persona va buscando.

  No hablaré de las "amigas", que también las hubo. No muchas, pero las hubo. Eso queda para mí y, en su caso, para ellas. Este blog no pretende recoger cotilleos. Sólo trata de explicar mi vinculación al pueblo. Es evidente que las "amigas" forman también parte de los elementos que me unen emocionalmente a Huesa.

  Desde finales de 1990 y hasta hace 4 o 5 años, mi relación con Huesa se minimiza. Aun así , casi todos los años hago al menos una visita. Sólo recuerdo, como excepciones, que no estuve ni en 1991 ni en 2007. Pero, en todo caso, las visitas posteriores a 1990 son escasas y breves. Es cierto que algún año hice hasta 3 viajes a Huesa. Pero no era lo habitual. Mi mujer me acompaña habitualmente, pero no siempre. Fue una época de desvanecimiento de la idea de pertenencia al pueblo. Eso no quita para que, evidentemente, el pueblo tuviera una presencia en mi vida, aunque fuera ya pequeña. Siempre me ha parecido importante saber lo que sucedía allí y las novedades que se iban produciendo. Y siempre, siempre, era bonito saludar a familiares y conocidos y volver a pasear por aquellas calles y aquellos campos que eran parte de mi vida.

   Como ya comenté en mi primer artículo, todo cambió en el San Silvestre de hace 4 o 5 años. Fue cuando retomé en gran parte mi relación con el pueblo. Y así hasta el día de hoy. Internet ha tenido  mucho que ver. He llegado incluso a hacer nuevos amigos, a recuperar muchos de los que se habían "perdido" y a estar en contacto con  algunas actividades culturales. No hay más que echar un vistazo a mi perfil de Facebook para corroborar todo lo que estoy escribiendo.


(Mi hermana Poli y yo en un "reencuentro feliz" con viejas amigas de los 80. La foto está tomada en la entrada del "Pub del Toso")

   Bueno, pues, casi sin darme cuenta, he dado el repaso general a mi relación con Huesa, incluyendo la relación que se forja desde la distancia. En un principio, pensaba que lo haría en un par de artículos más. Pero 4, suficientemente amplios,  han bastado.

  No obstante, tengo todavía pensado añadir un par de artículos. Uno lo dedicaría a recoger palabras, expresiones  y elementos de la vida cotidiana que sólo alguien de Huesa o vinculado a Huesa puede reconocer (algo así como un "No eres de Huesa si no..." ). El otro lo dedicaría a recoger las sensaciones especificas de las visitas que he hecho al pueblo en estos  últimos años y que son seguramente las que pueden explicar el motivo de estos artículos, estableciendo una especie de "puente" de casi 50 años. Algo así como "si yo no hubiera vivido aquello en 1975, hoy no habría podido vivir esto en  2015...".  Que nadie se preocupe. Seguiré sin dar nombres...

  A ver si me animo, recojo datos y un día me pongo  a escribir para completar este blog. Un saludo




viernes, 7 de agosto de 2015

  EN LA DISTANCIA SEGUÍAMOS SIENDO "HUESEÑOS"

  En mi artículo anterior hablé de mis primeros recuerdos de mis estancias en Huesa. Todo eso estaba muy bien. Pero, nos gustara o no,  lo cierto es que éramos una familia que vivía la mayor parte del año lejos de Huesa. Nuestra residencia habitual, nuestras obligaciones habituales, estaban lejos del pueblo, normalmente en Málaga (me centraré en el ejemplo de Málaga capital. Los miembros de mi familia en general y yo en particular hemos tenido contacto con otros lugares, con los que también hemos "interactuado" y en los que también hemos vivido cosas. Pero es en Málaga capital donde hemos pasado la mayor parte del tiempo . Por tanto, lo demás apenas lo mencionaré).


(En Gerona en 1968. Me acompañan mi tía Florentina y mi tío Antonio. Era normal estar en contacto con otros emigrados hueseños)

   Hay que decir que el vínculo con un lugar (o con una persona ) no se forja sólo en la cercanía, en la presencia, en el contacto real y directo. También se forja en la ausencia y en la distancia. Me explico. Siempre pienso en el ejemplo de los judíos que viven diseminados por el mundo desde hace 2000 años. La mayoría de ellos no han estado nunca en Jerusalén. Viven en países donde se sienten extranjeros porque ellos se saben miembros de una comunidad distinta. Y están vinculados a unas costumbres. Y a unas comidas, y a unas tradiciones y a unas formas lingüísticas propias . Es simplemente un ejemplo histórico. Pero, quitándole el elemento "épico" y casi religioso, algo parecido les pasa a todas las familias que han emigrado lejos de sus lugares de origen. Y de eso en Huesa se sabe mucho. Mi familia no era una excepción.


  En efecto, en mi casa siempre se han comido las comidas típicas de Huesa. Las que mi madre conoció siendo muy joven, y que eran propias  de una vida en el campo en la Huesa de los años 50 y 60. Es decir, comíamos migas y gachas  y tallarines y maimones...; y se hacían el arroz y el potaje y todo lo demás como se hacía en el pueblo. Y comíamos matanza. Y roscos  del pueblo. Y, por supuesto, el gazpacho, para nosotros, era eso que acompañaba a las migas ( es decir, agua con sal, vinagre y aceite con pepino y cebolla troceados). Lo que en Málaga y otros sitios llamaban "gazpacho", para nosotros era otra cosa, que prácticamente nunca tomábamos.

(Unas gachas recientes, hechas por mi madre en Huesa. Siempre hemos comido recetas del pueblo)

Y cuando en Málaga yo iba a casa de un amigo y la madre me ofrecía un bocadillo de chorizo, aquello para mí no era chorizo. Era una cosa que yo no sabía como llamarla. Igual pasaba con todos los embutidos "industriales" que vendían en las tiendas. Eso no era para nosotros.

  Todavía recuerdo el día que mi madre, bastante años después de vivir en Málaga,  nos dijo: "hoy voy a hacer una comida típica de Málaga. A ver si nos gusta. Se llama enblanco... ". La hizo, sí. Y no nos gustó a ninguno de nosotros. Y sigue sin gustarnos. Creo que no volvió  a intentar ninguna otra comida típica de Málaga.

   Otro aspecto de las familias de un lugar que han emigrado a otro es que suelen estar en contacto entre sí. Efectivamente, las familias originarias de Huesa que vivíamos en Málaga en los años 70 y 80 no éramos muchas. Pero sí que estábamos en un contacto bastante permanente. A veces íbamos nosotros a casa de estas familias. Otras veces venían ellos a la nuestra. En algún caso éramos parientes lejanos (como decimos en Huesa, "nos tocábamos" algo.)

  Mi madre es muy buena cocinera. Y era muy habitual que amigos y familias de Huesa vinieran a mi casa a comer alguna comida típica. En particular, las gachas tenían un éxito extraordinario. Naturalmente, hechas y servidas y comidas en la sartén, y acompañadas por sus pimientos y todos sus aderezos. Sólo faltaban las trébedes. Y creo que también las usábamos en alguna ocasión.


(Mi hermana Toñi en la puerta del pub de la "Pista", a mediados de los 80)

   En esas reuniones, los niños jugábamos entre nosotros. Y los adultos contaban historias del pueblo. Se compartían conversaciones, risas y recuerdos de tiempos pasados en Huesa. En muchas ocasiones estas familias y nosotros nos encontrábamos también en el pueblo, aunque, en general, allí no manteníamos  excesivo contacto.

  También hubo visitas de familiares a nuestra casa  de Málaga. Desde las comuniones hasta las bodas (ya en los 90) siempre hemos  tenido gentes de Huesa con nosotros. La ilusión de recibirlos era siempre muy grande. Pero también vinieron a visitarnos aunque no hubiera ningún acontecimiento que celebrar, simplemente para pasar unos días con nosotros, bien en Málaga capital o bien en la casa de la costa. (Es una pena que no quiera yo dar nombres, porque entonces este relato sería completo. Porque recuerdos muchas de estas visitas. Algunas con recuerdos preciosos. Pero ya dije que prefería ser discreto. Así me quedo más tranquilo. No quiero molestar a nadie. )


(Familiares venidos de Huesa para la 1ª Comunión de mi hermana, en 1978)

   Y hay otro elemento que es importante para darse cuenta de que la distancia también ayuda a establecer un vínculo con un lugar lejano del que uno proviene. Y es el notar que las gentes del lugar donde uno reside son distintos en sus formas de hablar, en sus comidas, en sus costumbres. Eso no es ni malo ni bueno. Todas las costumbres son respetables y todo el mundo es como es. Simplemente es un hecho. Como es un hecho ser rubio o moreno , alto o bajo. Todo es respetable. Pero lo cierto es que con mis compañeros del colegio y con otros amigos, tanto cuando jugábamos en el patio como cuando yo iba a sus casas por alguna razón, siempre notaba que había muchos detalles que nos diferenciaban.

  Y eran niños  que, salvo alguna excepción, nunca habían tenido contacto con un pueblo. Es decir, nunca habían bebido leche de cabra, ni sabían lo que era una albarda, ni una azada... Y, para colmo, a la panocha la llamaban mazorca. Y al marrano lo llamaban guarro. Y al pitote lo llamaban botijo. Hasta los chistes eran distintos.

  En relación con los chistes, recuerdo ahora una anécdota de estar en un bar de Málaga acompañados con un chico amigo de mi hermana y mío  venido de Huesa. Recuerdo que nuestros amigos malagueños contaban chistes usando el habla y los gracejos propios de Málaga. Nuestro invitado  se apartó del grupo al cabo de unos minutos. Le preguntamos que qué le pasaba. Y respondió :"Es que me voy porque no me entero de nada de lo que están diciendo...".

  Y es que eso mismo nos había  pasado a nosotros durante mucho tiempo. Mi madre solía decir "No entiendo a las mujeres cuando hablan en el mercado...". De hecho, en nuestra  familia, incluso hoy, 40 años después, cuando hablamos de las gentes de Málaga, siempre decimos: "los malagueños son; los malagueños dicen; los malagueños piensan...". Es decir, no hemos acabado de integrarnos. Y creo que ya no nos integraremos. Creo que seguimos siendo "gentes de Huesa que viven en Málaga".

  Dicho sea todo esto con todo el respeto a Málaga, ciudad   hospitalaria y acogedora donde las haya. Y con todo el respeto a los malagueños, gentes entrañables y con un sentido del humor muy particular y con el que es imposible no reírse.

   En resumen, el objeto de este artículo ha sido explicar que también desde la distancia se mantienen los lazos con un lugar. Es más, a veces se intensifican más que si se viviera en el lugar de origen. Porque se echa más de menos. Porque uno se siente extraño con las costumbres del lugar de acogida. Y es que cuando volvíamos a Huesa para otras vacaciones, notaba que, sin ser yo tampoco un niño de Huesa, y reconociendo que muchas cosas del pueblo me eran ajenas, yo allí me encontraba más en "mi casa" que cuando estaba en Málaga.

(Cada vez que volvíamos de Huesa, llegábamos cargados con cosas del pueblo. ¡Y sigue siendo así!)

  Y repito que no yo he sido verdaderamente consciente de todas estas sensaciones hasta hace muy pocos años. Yo apenas  había reparado en todo esto. Ha sido el paso del tiempo el que me ha hecho sacar del baúl todo esto. Y poner en orden todas estas ideas y recuerdos. Y llegar a las conclusiones que estoy llegando. Será que me estoy haciendo viejo.

  A ver si otro día me animo y sigo contando "historietas" de mis estancias en Huesa durante los 70 y los  80. La verdad es que es un ejercicio que me está gustando. Lo dicho, me estoy haciendo viejo...




miércoles, 5 de agosto de 2015

    AÑOS 70: LA FORJA DEL VÍNCULO EN LA INFANCIA

  Cuando no se sabe por dónde empezar, lo mejor es hacerlo por el principio. Estas últimas semanas antes de abrir este blog he estado haciendo un poco de memoria sobre acontecimientos, fechas etc. Es curioso cómo muchas veces recordamos con más claridad lo que nos sucedió siendo niños que lo que hicimos la semana pasada. Y es que creo que la memoria  no me ha fallado y que casi todas las fechas que voy a dar a partir de ahora son correctas. En relación con los años, a  partir de 1973 hay canciones y hechos sociopolíticos indubitados  que me permiten afirmar que tal o cual cosa sucedió, necesariamente, en tal o en tal año. Daré algún ejemplo en cada caso, para que se vea lo que quiero decir.

  Yo nací en Málaga a finales de 1965. Los recuerdos que una persona tiene de sus primeros años de vida (digamos hasta los 5 años ) suelen ser escasos. Yo no soy una excepción. Al parecer, la primera vez que yo estuve en Huesa fue cuando yo contaba apenas unas semanas de vida. Y durante mis primeros años mis padres me llevaron cada vez que iban al pueblo, es decir, una o varias veces al año, principalmente en verano, permaneciendo uno o varios  meses cada vez. Todavía cuando voy al pueblo hay gente que me cuenta y me dice "Juan, recuerdo cuando empezabas a gatear" o "cuando empezabas a hablar". Eso prueba que ya desde muy niño yo pasaba algún tiempo en Huesa.


(Mi hermana Apolonia y mi madre en la puerta del cortijo de mis abuelos en la Vega de la Higuera, donde mi madre se crió)

   Cuando ya sí tengo conciencia muy clara de mi estancia en Huesa es en 1972. A finales de ese año, la familia regresa de Cataluña  y se prepara para volverse a instalar en Málaga. Y sigue con sus contactos regulares con Huesa, que nunca dejó, aunque bien es cierto que desde Gerona normalmente sólo se hacía un viaje al año. Los recuerdos anteriores a esa fecha en relación con Huesa son mínimos. Sí recuerdo haber conocido a mis abuelos, a algún amigo, algunos viajes en el autobús desde Huesa a Gerona (muy probablemente los de 1970 y 1971). Pero poco más. No obstante, el recuerdo de un hecho luctuoso que sucedió en el verano de 1972 y del que yo fui testigo, me permite afirmar, confirmado con mi madre, que ese verano también lo pasamos entero en el pueblo.

   Pero el verano de 1973 ya sí tengo conciencia muy clara de todo. Yo tenía 7 años de edad, camino de los 8. Este verano y los 4 o 5 veranos siguientes  van a ser muy parecidos. Es decir, el mismo día en que acaba el curso escolar vamos para Huesa mi hermana y yo con mi madre. Y allí estamos hasta mediados de septiembre. Mi padre viene por el pueblo en algún momento del verano, pero su presencia siempre es menor porque él tiene que trabajar.

  De igual manera, en Navidad vamos siempre al pueblo un par de semanas y en Semana Santa también. Fuera de los periodos vacacionales escolares, las visitas son muy raras, pero también las hay. En particular, en torno al día 1 de noviembre fueron cada vez más frecuentes.
(De las pocas fotos que se conservan hechas en la casa de mis abuelos maternos. Era 1981. Desde la izquierda: Tía Soledad, mi padre, mi madre, mi abuela Apolonia, mi hermana Toñi, mis tías Bere y Francisca y yo)

Lo que cuente ahora para 1973 es casi idéntico para los años siguientes, casi hasta 1979. Como excepción , el verano de 1977 sólo pasamos 2 o 3 semanas  en Huesa. La razón es que mis padres acababan de adquirir una casita en una urbanización de la Costa malagueña. Allí pasábamos los fines de semana  durante el año, y parte del verano (normalmente la primera parte del verano), en detrimento de Huesa. Y 1977 fue un año en el pasamos bastante más tiempo en aquel lugar que en Huesa. Es curioso, pero haciendo un poco de memoria, recuerdo ahora que pasaron por aquella casa de la costa (en aquel verano y en otros momentos posteriores) bastantes personas de Huesa. No daré nombres, pero la lista es larga. Si alguno de ellos lee esto y sabe quien soy yo, se acordará. Fueron todos bienvenidos. (Los viajes a Huesa en otras épocas del año no se vieron afectados por la adquisición de esta casa en la costa. Es decir, siempre íbamos a Huesa por Navidad, etc)

  Pues bien, como iba diciendo, empiezo a tener recuerdos muy claros desde 1973. Sonaba en las radios "El gato que está triste y azul"(todos sabéis su autor) y "Cuando salga la luna" (de Los Puntos, un grupo almeriense). Aún se escuchaba a Karina, que contaba como seguidoras suyas a varias de mis primas.(Claro que el hecho de que Karina fuera  de Jaén hacía mucho para que fueran seguidoras suyas...lo reconocían ellas mismas ).

  Un día me encuentro a un amigo en la calle de las Escuelas (creo que hoy se llama calle Alcalde Linares,  en honor de quien fuera alcalde del pueblo durante los años 30) y me dice algo así como esto:" Oye ¿tú sabes que el Barcelona ha fichado a un tío que se llama Cruyff y que ha pagado 100 millones por él..?". Esto tuvo que ser, sí o sí, en el verano de 1973. Ya por aquel entonces me gustaba jugar al fútbol y yo me iba a "las Marraneras" a jugar con los amigos que ya iba teniendo en Huesa.


(Foto del campo de "las Marraneras", antes de convertirse en el precioso reciento deportivo con césped que es hoy día. ¡Cuántos recuerdos de haber jugado ahí con los amigos!)

   Y yo iba tomando contacto con la vida de un pueblo que seguía siendo agrícola. En casa de mis abuelos maternos, que era donde normalmente pasaba casi todo el tiempo había cabras y marranos y conejos y gallinas...Y para mí era cada vez más normal echarle alfalfa a los conejos, ir a recoger los huevos al corral, echarle comida a los marranos en su zahúrda, e incluso acompañar a mi abuela a ordeñar la cabra todos los días.

  En casa de mis abuelos maternos siempre había maíz, y trigo, y matanza, y frutas, y almendras, y aceite (mucho aceite). Y vino (mucho vino. Blanco ). Y había celemines y ceberos y espuertas; y lebrillos y pitotes y cántaras. Y se pesaba con la romana. Y se medía en celemines y fanegas y cuerdas...y el peso en arrobas.  Y el dinero en reales. Y había mantones y varas y azadas y horcas para las parvas. Y mi abuelo trabajaba el esparto. Y cuando llegaba el maíz de la Vega de la Higuera, nos poníamos todos a desfarfollar (qué palabra...) las panochas. Sí, todo eso lo he vivido yo. Sé lo que es. Por supuesto, nunca con la intensidad de un niño que vive  siempre en el pueblo. Pero sabía lo que era todo eso. Y me atrevo a decir que me quedó especialmente grabado porque era como una aventura, un cambio de aires respecto a mi vida habitual en la ciudad.

  En casa de mis abuelos paternos no había tanto rastro de la vida del campo, pero también había muchas almendras, y fruta y un patio con varias higueras. Y mi abuelo todavía tenía una borriquilla con la que iba cada día al campo. Yo me montaba con frecuencia  en la borriquilla. Y me encantaba ir a la cuadra a echarle de comer  (la cuadra, por cierto, seguía siendo el "cuarto de aseo" de la casa...Yo lo usé muchas veces).

  En casa de mis tíos y de mis amigos, el ambiente era también, casi sin excepción, el de una casa de campo. No hace falta que me reitere. Lo que quiero decir es que, para un niño que vivía normalmente en una ciudad, aquello era  como una aventura.

  Hacia 1973 las familias vinculadas a la Vega de la Higuera, en general, ya habían dejado de vivir todo el año en la vega, y pasaban allí solamente los meses de verano. Mi madre y mis tíos se habían criado allí . Para mí y para mi hermana era muy normal bajar varias  veces al año a la vega para pasar allí varios días o varias semanas con algunos primos y algún que otro conocido. Y, por tanto, fuimos aprendiendo lo que eran los caces, y las acequias y las  compuertas; y cómo se trillaba en las eras  y cómo se regaban las olivas, y cómo sonaba un motor de riego. Y qué se sentía al montar en mulo por los caminos de la vega...Y podíamos imaginarnos cómo había sido la vida de nuestra madre allí, apenas  unos años antes (¡ni siquiera 10 años  antes!)

  Con las Vegas de Doncilla y de los Picos tomamos contacto unos años después. Incluso a Doncilla  fuimos a coger aceituna durante 15 años, hasta 1990. Pero en general, fue con la Vega de la Higuera con la más contacto tuvimos. Todavía voy hoy allí y no me pierdo. En las demás vegas, reconozco que me pierdo.

  Mis abuelos (maternos y paternos) tenían pequeños trozos de tierra también alrededor del pueblo (en la "Cañailla" y en los "Pechos" subiendo hacia el "Caballo", en el "Haza del cementerio" y al final de la calle Guadiana), en el "Llano del Escudero", en Casablanco, y en otras vegas. Y todos esos sitios me los pateé yo. Y cogí almendras y uvas y higos y granadas; y  aceitunas (de agua en otoño y para el molino en invierno). Es decir, tuve contacto con casi todo lo relacionado con el campo, lo que me permitía saber muchas cosas que mis amigos de Málaga no sabían .

  Y pude asistir  e incluso tomar parte en muchas matanzas.  Y ver cómo se hacía el chorizo, y la morcilla y el salchichón y el relleno (algo que debe de ser muy típico de Huesa y otras zonas de la provincia de Jaén, porque no lo he visto en ningún otro sitio. Recientemente he sabido que en algunas zonas de España se le llama "morcilla blanca". Ahí lo dejo). Y comíamos matanza del pueblo todo el año. Y vi  muchas veces hacer roscos, y embotellar tomate, y melocotón; y poner higos a secar y coger caracoles....Hoy lo pienso y me parece increíble haber tenido el privilegio de vivir , aunque sólo fuera un poco, todas estas cosas. Inolvidables.


(Mis padres el día de su boda: Ejercen de padrinos mi tío Juan María y mi prima Carmen)

   Y me pateaba el pueblo de arriba abajo. La pista y el jardín, donde jugué tantas veces. La calle de la Iglesia, y la calle Real y la calle Doctor Fages y la calle Nemesio Segura , y la calle del Cuartel y la calle del Cerro, y casi todas las callejuelas y traseras  me eran familiares. Las "casas nuevas" me eran menos conocidas, pero también tuve algún contacto con ellas.

  Y pronto aprendí cuál era el bar de Esteban y el de Juan Pablo y el del Popi, y el del Zapatero, y el del Perolo, y el de los Serrano...Y el quiosco de Perneque y el Tilín...Y jugaba a lo futbolines en un local junto al "Churro"(frente al que después fue el bar de "Angelín"). Y conocía al farmacéutico (que era el alcalde del pueblo durante la dictadura); y al carpintero (que fue el alcalde siguiente, tras  la muerte de Franco); y a la estanquera; y al peluquero (en realidad había 2. Los 2 me cortaron el pelo un puñado de veces). Y al cura. Y al médico. Y a algunos maestros de escuela (porque eran amigos de mis padres). Y a todos los  que tenían alguna tienda. Y compraba las bombonas en lo de José María. Y llevaba algunos paquetes a la tienda de Molina cuando le traían cosas en el autobús de Úbeda. Y compraba el pan en varias panaderías del pueblo a lo largo de la calle Real y en la plaza. No voy a dar el nombre de los panaderos y panaderas. Como tampoco he dado el nombre del peluquero, el farmacéutico y todos los demás  Pero los recuerdo todos perfectamente. Todos.


(Mi hermana Poli en la "pista" de Huesa, a mediados de los 80)

  Y tomé contacto con Tíscar, cuya romería era el día 8 de septiembre.(¡qué gentío, madre mía!). Y con Belerda (conocíamos una familia de allí con la que tuvimos mucho contacto). Y con Quesada, pueblo con el que mi padre ha tenido bastante vínculo. Quizá algún cuente algo.

  Y, por supuesto, la feria de Huesa era entre el 8 y el 11 de septiembre. La casa de mis abuelos paternos (casi en la plaza) era ideal para sentarse en la puerta y ver la feria pasar. Y el patrón: San Silvestre. ¡Cuántos San Silvestres habré pasado yo en Huesa!  Muchos. Muchísimos.

  Y estas experiencias fueron así durante 6 o 7 años, durante los periodos vacacionales que he comentado y que sumaban casi 4 meses al año. Todo esto fue quedando grabado en mi mente de manera imborrable. Posteriormente la vida empezó a cambiar  en el pueblo. Ya lo comentaré en su momento. Eso será objeto de otros artículos. Por el momento me ciño a los años 70. Y aún quedan cosas que contar de esos años. Y queda también por contar de qué manera en mi familia, desde la distancia , se vivía la pertenencia al pueblo durante los años 70. Otro día continuaré con estos asuntos.